He cogido seis aviones en tres días, todo un récord para mí.
Y me he dado cuenta de que me encanta volar, sobretodo ese momento preciso en que el avión deja de tocar el asfalto y se eleva por encima del suelo. Arriba, arriba, hacia el cielo. Y los campos se convierten en cuadraditos verdes y marrones, hasta perderlos de vista y cruzar las nubes blanditas, hasta tocar el sol.
Es una sensación increíble.
sábado, junio 04, 2005
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3 comentarios:
Me ha gustado tu blog, te visitare aunque no escribo mucho. Un saludo
Pues mira, yo prefiero el momento en que toca el suelo, se apagan las luces de "abrochese el cinturón de seguridad", y a todo el mundo le entran las prisas locas, como si se fuera a incendiar el avión sin previo aviso. Te pisan con una bota del cincuenta y siete, te meten un paraguas en la boca y comprueban que su maleta es a prueba de golpes dando repetidas veces contra tu colodrilo.
Entrañable e inolvidable.
Eso cuando no te caen encima de la cabeza los colmillos de elefante del pasajero de al lado y te detiene la policia por tráfico ilegal de marfil, y por más que les intentas explicarles que no son tuyos la trompa que llevas encima te delata...
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