lunes, julio 18, 2005

Reflexiones post-fin de semana

Los fines de semana en Kinshasa son bastante aburridos. Dada la inseguridad que reina en las calles y la falta de transporte público, si no tienes coche pues lo tienes jodido amigo.
Básicamente sólo tienes las siguientes opciones:

a) quedarte en casa todo el día tocándote las pelotas más aburrida que un mosquito sin nadie a quien chupar la sangre, y por la noche, si tus amigos motorizados se apiadan de ti, salir de marcha a una de las discotecas pijísimas y horterísimas que hay en esta ciudad

b) ir a la oficina a llamar por teléfono a España, escribir e-mails, leer blogs o chatear durante horas (vamos, lo mismo que entre semana pero en dosis concentrada)

c) intentar hacer algo de provecho, como ir al supermercado, al gimnasio o a explorar la ciudad, cosa que conlleva un considerable esfuerzo adicional de paciencia si, como he dicho más arriba, no dispones de vehículo

d) quitarte la pereza de encima y organizar algo, como una excursión en barca por el río, una barbacoa en casa de alguien que tenga jardín, ir a la piscina del Gran Hotel o algo por el estilo.

Todas estas opciones pueden combinarse dependiendo del grado de optimismo o pesimismo hacia el mundo en general y este país en particular, que va oscilando dependiendo de varios factores.

Pero en general siempre acabas optando por la opción más aislante, es decir, la que te haga olvidar dónde estás y cómo está todo ahí afuera. Y es que por más optimista y positiva que esté una, nada más salir a la calle esa sensación se esfuma más rápido que una barra de pan en una casa congoleña. Enseguida te asalta como una bofetada en plena cara la injusticia de este país, riquísimo en recursos (hay abundantes minas de oro, de diamantes y demás minerales carísimos, entre otras riquezas) pero donde la gran masa de la población vive durante todo un mes con lo que nos gastamos en España saliendo de marcha una noche.


Y lo peor es que la gente no sólo no tiene dinero o comida, sinó que después de tantos años de abusos y corrupción ya no les queda ni siquiera esperanza (poca). Les lees el desespero en los ojos, cada día es una lucha para llegar al día siguiente, y pedir, suplicar y arrastrarse es algo tan normal y cotidiano para ellos como parpadear o rascarte la oreja si te pica. Y por eso, aunque al principio sientes una immensa compasión por ellos y quieres ponerte en su lugar y ayudarlos de alguna manera, al final acabas por aislarte tanto como puedes durante tu tiempo libre en tu casa-refugio, como si el mundo exterior no fuera contigo porque has tenido la suerte de nacer en otro país.

El otro día encontré el blog de una chica (creo que americana) que también vive y trabaja en el Congo, titulado Breaking hearts in the heart of darkness (jugando con el título de la famosa novela de Joseph Conrad ambientada en el Congo), que en un post reciente describía muy bien esta extraña sensación de distanciamiento ante el sufrimiento ajeno que se te va instalando dentro. Distanciamiento (causado por la impotencia que una siente ante la magnitud de la pobreza y desolación de la gente) que es necesario para mantener la cordura, aunque sin perder la compasión sin la qual este trabajo no tendría sentido.
Está en inglés, pero espero que la mayoría lo entendáis, porque realmente expresa muy bien lo que se siente viviendo aquí. Aquí os he copiado el párrafo principal, pero el post entero está aquí:

"(...)cripples will come barreling towards me when I get out of my car in Kinshasa, and kids will follow me, asking for money or food. My neighbors ask me for bread and even from my balcony it's not uncommon for someone to hold there hand out in my direction, as though I would throw something down or jump with money in my pocket. It's hard to maintain the compassion that drives me to do this work because the essence of compassion is understanding the pain of others, and at the extreme, a willingness to take some of that on. Woah. There is so much injustice and struggle around here that to comprehend that just one of the street kids who bugs you for money is as deep a human as yourself, that this child has the same right to happiness, and has been dealt a tough hand of cards... it's a lot to take in. Multiplied by thousands it's almost too much. Combined with guns and it's just scary. So I try to balance compassion with the distance that is necessary for me to stay sane".


Bueno, el post de mañana quizás será más ligero...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es tremendo. Y la ecuación conciencia-cordura, dificilísima.

Anónimo dijo...

Te pareceré loco, pero aún así parece interesante.

susej dijo...

Hay veces que hay aislarse sino podría llegar a comerte.

Ánimo, en unos días vacaciones y recargarás pilas.

coco dijo...

Sea como sea tu próximo post, sólo espero que tú te sientas mejor. Y muchas veces una sonrisa puede más que mil ayudas del gobierno; estoy seguro de que tú guardas unas cuantas en el bolsillo.
Besazo.

lulu on the bridge dijo...

Gracias por vuestros comentarios, los guardaré en el bolsillo para cuando no me queden más sonrisas...

Un beso a cada uno!